
Principios de Acción
Declaración de Principios
1. LIBRES PARA VIVIR CON DIGNIDAD
Reconocemos que la persona humana tiene una dignidad muy alta. Es sujeto y no objeto, una criatura de Dios, un ser racional llamado a un destino trascendente.
Defendemos que cada ser humano es valioso, su dignidad debe ser reconocida y su vida custodiada por la sociedad y el Estado desde el momento de su concepción hasta su declive natural.
La persona merece, sobre todo cuando es más vulnerable, la promoción y la protección más amplia y decidida por parte de todos y, en particular, de la comunidad política.
Defendemos el derecho de la mujer a ejercer la maternidad de manera informada y responsable, sin ningún condicionamiento económico, laboral o social que le produzca una presión o un entorno de violencia estructural que le impida el pleno bienestar durante su embarazo.
2. LIBRES PARA FORMAR Y PROTEGER NUESTRA FAMILIA
Reconocemos que la familia es la célula base del tejido social, el lugar natural y propio para la formación y desarrollo integral del ser humano. La paternidad y la maternidad responsables implican un involucramiento activo de los padres no solo en la provisión de recursos económicos sino también en la crianza y la vida de sus hijos.
Defendemos, promovemos y apoyamos la familia, comunidad de vida y amor fundada en el matrimonio, la unión conyugal de un hombre y una mujer, el consorcio permanente, fiel y abierto a la vida, la comunicación del derecho divino y humano.
Defendemos que la familia natural sea reconocida, apoyada, promovida y protegida de una manera articulada, global, integral y transversal a través de políticas públicas que hagan posible que cumpla sus funciones sociales insustituibles e intransferibles.
3. LIBRES PARA CREER Y VIVIR NUESTRA FE
Reconocemos que el hombre es un ser religioso por naturaleza; busca el sentido de su existencia y es capaz de conocer y amar a su Creador; su conciencia está directamente formada cuando se adhiere a la Verdad y al Bien.
Defendemos que todo hombre debe ser inmune a la coacción en materia religiosa, de modo que nadie esté obligado a actuar contra su propia conciencia, ni se le impida actuar de acuerdo con ella. A esto lo llamamos libertad religiosa. La fe no debe ser perseguida ni vilipendiada.
4. LIBRES PARA EXPRESARNOS Y ORGANIZARNOS POLÍTICAMENTE
Reconocemos que sin libertad de expresión es imposible el ejercicio de la ciudadanía y que este derecho es piedra angular de la democracia, pues para conformar una sociedad libre y democrática es necesario que la sociedad esté suficientemente informada.
Defendemos la libertad de expresión que permite al hombre decir lo que piensa sin temor a las represalias, es la manifestación externa del derecho interior a tener una opinión personal y expresarla libremente dentro de los límites del orden moral, fundada en el derecho a la búsqueda de la verdad.
Defendemos la igualdad ante la ley de todos los mexicanos sin distinción de credo, sexo, origen o residencia, la pretensión supremacista de grupos identitarios de obtener privilegios y su tendencia a reafirmar la diferencia hace más difícil construir un «nosotros» desde donde construir un proyecto común.
Defendemos el derecho natural a la libre asociación y el derecho a la participación política, económica, social y cultural de los cuerpos intermedios para transformar de raíz nuestro sistema político. La complicidad y la tentación autoritaria de quien aspira a detentar el poder político debe ser erradicada por la capacidad de las instituciones de salvaguardar los equilibrios y la rendición de cuentas entre los poderes públicos.
5. LIBRES PARA EDUCAR A NUESTROS HIJOS
Reconocemos que la educación de los hijos es responsabilidad original y primaria de los padres de familia. El propósito de la educación es la formación integral del hombre, prestando especial atención a la formación de la conciencia durante la infancia y la adolescencia.
Defendemos que los padres deben ser reconocidos por la comunidad política como los primeros y principales educadores de sus hijos, garantizando su plena libertad para elegir si los instruye en casa o con la ayuda de la escuela.
Consideramos que la escuela tiene carácter subsidiario, ayudan a los padres sobre todo en la formación intelectual de sus hijos.
Defendemos que las escuelas deben tener garantizada su libertad pedagógica, sin regulaciones excesivas por parte del Estado. Al mismo tiempo, creemos que no pueden extrapolar sus funciones ni adoctrinar ideológicamente a los estudiantes.
6. LIBRES PARA VIVIR EN COMUNIDAD
Reconocemos que la persona humana es un ser social por naturaleza, que existe un vínculo común entre los hombres que nace de la naturaleza y la dignidad que comparten.
Defendemos acciones que fortalecen, estrechan y reparan los lazos que generan el tejido social. La solidaridad apunta a la exigencia de que cada uno contribuya de forma responsable al bien de todos. Es un remedio para la fragmentación individualista y para la masificación colectivista.
Defendemos la subsidiaridad como criterio regulador de las relaciones sociales: una sociedad de orden superior no debe interferir en la vida interna de una sociedad inferior, privándola de sus competencias, sino que debe apoyarla en caso de necesidad y ayudarla a coordinar su acción con la de otros componentes sociales, teniendo en cuenta el bien común.
7. LIBRES PARA FORMAR UN PATRIMONIO Y SUPERAR LA POBREZA
Reconocemos la dignidad del trabajo como una acción orientada a satisfacer las necesidades del hombre y su familia. El trabajo es más que una simple mercancía y a través de él se accede a la propiedad, forma habitual de concretar el destino universal de los bienes.
Defendemos la libertad de iniciativa económica, por la que todos pueden utilizar sus talentos para proveer a su familia y generar riqueza, para acceder a la tierra donde levantar un techo. El trabajo es un derecho inalienable a ser promovido y tutelado, su negación o limitación indebida genera consecuencias negativas para la sociedad. Sin embargo, hay que recordar que es la economía la que está al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la economía.
Defendemos un desarrollo económico, socialmente responsable e inclusivo que pone al hombre en el centro; que utiliza de forma racional, responsable y sostenible los recursos naturales, cuidando al mismo tiempo la Casa Común; que no tolera mecanismos de exclusión; y que gesta ciudades donde la ocupación de los espacios urbanos y la movilidad tienen una marca genuinamente humana.
Defendemos la lucha contra las situaciones de pobreza que violan la dignidad humana, que deben enfrentarse con fuerza por amor a los hermanos que sufren sin culpa de ellos, fortaleciendo solidariamente la libre iniciativa de estas familias o dando a estos hogares apoyo subsidiario por parte del Estado.
Defendemos la justa demanda de servicios de salud pública accesibles, solventes y suficientes que atiendan dignamente a los enfermos, ancianos y mujeres embarazadas que, por su condición, enfrentan situaciones de dolor y vulnerabilidad sin los medios necesarios para restaurar su salud y revertir su deterioro. Nuestro pueblo no aguanta más abandono y negligencia en hospitales públicos. La amenaza de colapso del sistema de pensiones nos obliga a crear mecanismos que hagan sostenible la seguridad social.
8. LIBRES PARA VIVIR SEGUROS Y EN PAZ
Reconocemos que la Paz, entendida como “la tranquilidad en el orden”, es un bien a cultivar, conservar y defender. El hombre busca vivir la tranquilidad y la armonía que son fruto de un orden social justo.
Defendemos la lucha contra la delincuencia y el crimen organizado, la lucha frontal contra toda forma de corrupción, especialmente de los agentes públicos, y el ejercicio de las funciones del Poder Judicial sin colusión ni activismo ideológico.
Defendemos que es necesaria la honestidad en el servicio público, la integridad como cualidad indispensable en los servidores públicos, la función pública como servicio a la comunidad y la rentabilidad social como fundamento de las decisiones públicas. Un orden social justo requiere que los responsables de su gestión actúen con responsabilidad y no traicionen la confianza que el pueblo les ha entregado.
Defendemos el derecho de las comunidades a vivir en libertad, sin violencia ni imposición de condiciones de ningún tipo por parte de grupos criminales. El Estado debe garantizar la seguridad, el libre transito y el orden en nuestras comunidades, colonias, espacios públicos y caminos rurales, salvaguardando en todo momento la integridad y el patrimonio de los ciudadanos.
9. LIBRES PARA SALVAGUARDAR A NUESTROS JÓVENES
Reconocemos la obligación de ofrecer a los niños, adolescentes y jóvenes un ambiente propicio para su desarrollo humano integral. Ellos representan el futuro de nuestro pueblo y constituyen un tesoro invaluable que hemos de proteger y apoyar para hacer posible la renovación de México.
Defendemos el derecho de niños, adolescentes y jóvenes a desarrollar plenamente todo su potencial a través de la educación, el deporte, la cultura, la religión y la vida familiar. La sociedad debe preservar a las nuevas generaciones de todas las amenazas que limitan sus posibilidades de desarrollo y su capacidad de enriquecer la vida social, especialmente aquellas que se derivan de las adicciones y el crimen organizado.
10. LIBRES PARA HONRAR NUESTRA PATRIA Y SU HISTORIA
Reconocemos que el legado que hemos recibido de nuestros antepasados constituye un patrimonio rico en tradiciones, costumbres y valores que impregnan nuestra cultura y configuran nuestra identidad como pueblo. Somos un pueblo que ha enfrentado con dignidad los abusos de los tiranos y que ha conquistado la libertad por la sangre de sus mejores hombres y mujeres. Así entonamos nuestro himno nacional: «¡De mil héroes la Patria aquí fue!»
Defendemos los elementos históricos, culturales, religiosos y territoriales que han sido relevantes en la configuración de nuestros valores como jaliscienses. Es fundamental que toda la sociedad refleje el profundo respeto que merecen nuestros adultos mayores pues son ellos quienes con su esfuerzo y trabajo han abierto los caminos por los que avanzamos seguros hacia un mejor futuro. Dignificar la vida de nuestros adultos mayores significa reconocer su importancia para nuestra vida social.
Defendemos la necesidad de conservar aquellos valores que han convertido al pueblo de Jalisco en uno de los grandes referentes de nuestra identidad nacional, por sus tradiciones, su gastronomía, su arquitectura, su música, sus artesanías preservadas de generación en generación y, sobre todo, las expresiones de religiosidad popular en las que funda sus más grandes esperanzas.