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Crisis arancelaria y narcotráfico

  • Foto del escritor: Francisco M. Sánchez Jáuregui
    Francisco M. Sánchez Jáuregui
  • 5 feb
  • 4 Min. de lectura

La militarización de la frontera y las sanciones comerciales son respuestas simplistas a un problema complejo que requiere atacar sus verdaderas causas: la demanda de drogas, el tráfico de armas, la trata de personas y la corrupción que permite al crimen organizado operar con impunidad.

Opinión | Libres
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05 de febrero de 2025.- La suspendida imposición de aranceles por parte del gobierno de Donald Trump a productos mexicanos ha sido una medida de presión al gobierno mexicano para que se comprometa a contener el tráfico de drogas y la migración irregular. Sin embargo, la llegada de miles de efectivos a la frontera no necesariamente significa que se va a debilitar al crimen organizado, lo que sí podría suceder si no se da una solución definitiva a la amenaza arancelaria es que se afectarán directamente a trabajadores y empresarios de ambos países.


El narcotráfico, la migración forzada y la inseguridad no son problemas exclusivos de México ni de Estados Unidos. Son fenómenos binacionales que solo podrán resolverse con un enfoque integral y coordinado. La militarización de la frontera y las sanciones comerciales son respuestas simplistas a un problema complejo que requiere atacar sus verdaderas causas: la demanda de drogas, el tráfico de armas, la trata de personas y la corrupción que permite al crimen organizado operar con impunidad.


Para entender la crisis actual, debemos reconocer que el crimen organizado sobrevive y se expande debido a cuatro factores clave:


1. La demanda de drogas en Estados Unidos: Mientras siga existiendo una demanda masiva de drogas ilícitas en EE.UU., habrá una oferta que la abastezca. Según la DEA, más del 90% del fentanilo en el país se distribuye a través de redes criminales dentro de EE.UU., muchas veces con la colaboración de ciudadanos estadounidenses. Combatir solo la oferta sin reducir la demanda es una estrategia condenada al fracaso.


2. El tráfico ilegal de armas de EE.UU. hacia México: Más del 70% de las armas que utilizan los cárteles en México provienen del mercado estadounidense. Estas armas les permiten desafiar a las fuerzas de seguridad, controlar territorios y expandir su influencia. Sin regulaciones más estrictas en la venta de armas y un control real del tráfico fronterizo, la violencia seguirá escalando.


3. El tráfico de personas y la migración forzada: El crimen organizado se ha apropiado del tráfico de migrantes, convirtiéndolo en un negocio multimillonario. La militarización de la frontera no resolverá las causas de la migración, que incluyen la violencia, la pobreza y la falta de oportunidades en Centroamérica y el sur de México.


4. Corrupción gubernamental que facilita el crimen organizado: Ninguna organización criminal puede operar a gran escala sin el apoyo de estructuras gubernamentales corruptas. Desde la complicidad de policías y fiscales hasta la colusión con políticos y jueces, la corrupción permite que el narcotráfico y la trata de personas sigan funcionando sin interrupciones. Combatir el crimen organizado sin erradicar la corrupción es como tratar de apagar un incendio sin cerrar la llave del gas.


El gobierno de Trump ha amenazado con un impuesto aranceles de hasta el 25% a productos mexicanos como castigo por la falta de control sobre el narcotráfico y la migración. Aunque lo ha suspendido por un mes ante la reacción del gobierno mexicano, esta claro que en el gobierno de Trump saben que estas medidas solo afectarán a los trabajadores, agricultores y empresarios de ambos países sin debilitar en lo más mínimo a las estructuras criminales si no se atienden las causas de estos problemas.


Por otro lado, la militarización de la frontera y las amenazas de intervención en México ignoran la realidad de que el crimen organizado no se amedrentará con la mera presencia de tropas, sino con estrategia e inteligencia financiera y operativa.


Si realmente queremos solucionar la crisis del narcotráfico y la migración irregular, ambos gobiernos deben comprometerse con una estrategia conjunta basada en:


1. Control del tráfico de armas hacia México: Estados Unidos debe reforzar las inspecciones en la frontera y cerrar los corredores ilegales de tráfico de armas, además de exigir mayor control en los estados con leyes de venta de armas más permisivas.


2. Desmantelamiento de redes de distribución de drogas dentro de EE.UU: No basta con presionar a México para que capture a narcotraficantes. EE.UU. debe combatir la distribución de drogas dentro de su territorio y aplicar políticas más eficaces para reducir el consumo de fentanilo y otras sustancias.


3. Combate frontal a la corrupción en México: Sin funcionarios corruptos que protejan a los cárteles, su capacidad de operar se vería gravemente afectada. Es urgente reformar el sistema judicial, fortalecer las fiscalías anticorrupción y garantizar que los servidores públicos sean sometidos a auditorías independientes.


4. Estrategias de desarrollo en México y Centroamérica: La única manera de frenar la migración forzada es ofrecer alternativas viables para que las personas puedan prosperar en sus propios países. Inversiones en educación, empleo y seguridad son esenciales para reducir el éxodo de migrantes.


5. Cooperación en inteligencia y combate financiero al crimen organizad: Las organizaciones criminales no solo dependen de la violencia, sino de sofisticadas redes de lavado de dinero. México y EE.UU. deben trabajar juntos para rastrear y bloquear cuentas bancarias vinculadas al narcotráfico y la trata de personas.



La crisis actual entre México y Estados Unidos no se resolverá con sanciones comerciales ni con un despliegue militar en la frontera. El narcotráfico y la migración irregular son problemas binacionales que requieren soluciones integrales y cooperación real. La clave para acabar con el crimen organizado no está en castigar a los trabajadores con aranceles ni en militarizar la frontera, sino en atacar las verdaderas causas del problema: el tráfico de armas, la corrupción, la falta de oportunidades y la impunidad. Es momento de que los gobiernos dejen de lucrar políticamente con la crisis y se enfoquen en soluciones que realmente beneficien a la gente.


Por Vida, la Esperanza y renovación de México.

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